domingo, 30 de marzo de 2014

España en modo impresionista

Juan Cavestany es una rara avis dentro de la cultura española. Mientras ha saboreado las mieles del éxito crítico y popular como parte integrante del grupo teatral Animalario, escribiendo éxitos tan incontestables como el de su obra “Urtain” (2008), su carrera cinematográfica se mantiene en los márgenes de la industria. Tras un par de intentonas fallidas de integrar su trabajo dentro del sistema (El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo, 2004, y Gente de mala Calidad, 2008), en 2010 decide cambiar de rumbo y empezar a manufacturar de manera artesanal sus trabajos, que de esa forma se colocan al margen de la Industria y de la distribución convencional. Es en su primera película de esa nueva etapa (Dispongo de barcos, 2010) donde aparece por primera vez la cabecera que acompañará a partir de aquí todos sus películas y que muestra una mano sosteniendo una cámara de vídeo casero enfocando el lema “Hecho a mano”. Y ese lema es el que define en gran parte su trabajo a partir de ese momento. Su cine da un giro de 180 grados y va convirtiéndose en un artefacto más y más personal en el que el extrañamiento y el surrealismo se van apoderando de sus obras.


En ese contexto nos llega “Gente en Sitios”, su quinto largo (tercero de su segunda etapa) y es en ella en la que se puede observar la culminación de ese camino iniciado hace cuatro años. Gente en sitios se trata de la obra más libre, libertaria, extraña y caótica que ha dado a luz el cine español reciente. Cavestany hace del extrañamiento su bandera y nos traslada a una España de ambientes claustrofóbicos e irreales en cuyas escenas cómicas (porque Gente en sitios es, al fin y al cabo, una comedia) a veces es inevitable quedarse con la risa helada ante el desconcierto que generan algunos de sus giros y diálogos.  En este punto es donde el director marca claramente su mayor referente. Si de alguna película bebe Gente en sitios, sin duda es de Inland Empire, y si algún trabajo influencia a Cavestany, ese es el de David Lynch. La textura de la imagen, la fragmentación, la extrañeza, la excentricidad en incluso el humor surrealista remiten a la obra del autor americano. Eso sí, destilado y adaptado a la España ibérica que Cavestany quiere retratar.
Estamos ante una película en la que todo vale, y por esa razón, de todo se encuentra. Nos encontramos ante un artefacto que es, al mismo tiempo, divertido, desasosegante, ridículo, patético, poético, estúpido, misterioso, mágico e incluso en algunos momentos capaz de rozar la vergüenza ajena. Es un ejercicio de libertad tal que es tan sublime como fallido. Una obra de perfecta imperfección.


De alguna manera, Gente en sitios resuena y genera un díptico bastante más significativo de lo que pueda parecer con la otra gran obra libre que ha dado el cine del último par de años, Holy Motors. Cavestany y Carax comparten la ausencia total de miedo al que dirán y eso les permite llegar a lo sublime sin importarles que en el camino haya que atravesar lo ridículo. Ambos films están montados en forma de caleidoscopios fragmentarios que nos ofrecen un retrato bastante más crudo de lo que pueda parecer de la sociedad que vivimos. Mientras Carax se focaliza en retratarnos la deshumanización imperante, Cavestany se centra en retratarnos el desconcierto. Y es en ese punto donde Gente en sitios se convierte en una obra mucho más clarividente de lo que aparenta, mostrándonos una sociedad y unos individuos temerosos, desconcertados, aislados. De alguna manera la película hace una certera diagnosis  del estado de las cosas, del vacío y desconcierto que encoge a la sociedad española. Solo que Cavestany ha decidido hacerlo a su manera, a través de un collage que nos va dejando una huella que solo podremos percibir una vez terminada la película y pensando sobre ella. Porque, aunque nos haya podido pasar desapercibido, en ella están todas las losas que sufrimos… el paro, la crisis inmobiliaria, la corrupción, el maltrato… todo tratado desde la perspectiva de un humor que ya raramente provoca la carcajada, y cuando la provoca, te deja con la mueca helada al poco. Ese humor que da vueltas a la imposibilidad de volver a ser inocente (post-humor, como le gusta llamarlo a Jordi Costa), imposibilidad, que por otra parte hace tiempo que nuestra sociedad descubrió. En definitiva, un retrato de España en modo impresionista.
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Gente en sitios (2.013)
Dirección: Juan Cavestany
Guión: Miguel Estebán, Nacho Marraco y Juan Cavestany
Fotografía: Juan Cavestany
Montaje: Raúl de Torres y Juan Cavestany
Interpretes: Ernesto Alterio, Carlos Areces, Raúl Arevalo, Enric Benavent, Josean Bengoetxea, Luis Bermejo, Jorge Bosch...

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