sábado, 30 de abril de 2011

Two Lovers

James Grey es el centro de una de las más candentes polémicas que envuelven a la crítica internacional. Es obvio el rastro autoral en sus películas. Esta claro que cuando uno ve una película de James Gray percibe a un autor detrás de ella. El problema es que cuando uno se pone a analizar cada una de sus películas, es fácil interpretarlas desde una perspectiva de moral ultra-conservadora. Como resultado de esto, el pobre Grey se esta quedando película a película sin público objetivo. Sus rasgos de autor le impiden llegar al cine masivo y los grandes presupuestos, pero sin embargo, ese tufillo conservador que gran parte de la crítica (mayoritariamente progresista) detecta hace que lo repelan y lo distancien de sus compañeros de generación (y también amigos) Paul Thomas Anderson y David Fincher. Todo ello ha derivado en un gran debate que se resume en críticos que aman a James Gray y criticos que lo odian a muerte por sus postulados "reaganianos".
A la hora de enfrentarse a hablar de Two Lovers, el camino más sencillo sería, por tanto, analizar esa ambivalencia, que está, obviamente presente en su, hasta la fecha, última película. Sin embargo, al ponerme delante de la pantalla del ordenador para escribir sobre esta película, la única pregunta que me asalta es, ¿Por qué me emociona tanto?
Si hay algo que define Two Lovers es que es una película que ataca, más que a la cabeza, al corazón y las entrañas. Lo que en un principio podría ser el planteamiento de una comedia romántica (triangulo amoroso con Joaquín Phoenix en el medio) es tratado en Two Lovers con un tono melancólico que impregna de mucha emoción gran parte de sus imagenes.


Y no solo el tono, si no que es la propia esencia de la película lo que ataca a las tripas. Two Lovers es la historia de un individuo que tiene que enfrentarse y elegir entre el hombre que desearía ser y el que realmente es. Elegir entre el amor ideal y literario y el carnal y mundano. Y para personificar ese dilema, Joaquin Phoenix crea a un ser hermético y atormentado, laconico y vulnerable hasta el extremo. Su gesto y su mirada capitalizan y acumulan gran parte de la fuerza y la credibilidad de la película.
A un lado, como un pequeño angel que se sienta en sus hombros nos encontramos a la carnal y vulgar Sandra (Vinessa Shaw) que encarna de una manera eficiente a la novia que toda madre querría para su hijo, buena y comprensiva hasta el borde de lo exagerado.  Al otro, como un diablito sentado en el otro hombro, Michelle, que encarna una perfecta Gwineth Paltrow. Cuenta James Gray que escribió el personaje de Michelle específicamente para Paltrow y no cuesta creerlo, porque es difícil imaginar una encarnación más perfecta de lo inalcanzable. Grey se esfuerza por retratarla con mimo y mostrárnosla hermosa, perfecta y distante, casí espectral, como ocurre cuando se acerca a Phoenix al final de la película por el callejon entre las sombras y parece anunciar la llegada de un fantasma.  

Entonces, cuando nos encontramos con una historia que llega a lo más básico de cada uno y tres actores que se desnudan ante un director que retrata delicadamente una trágica historia de amor, los recursos cinematográficos (que los hay, y muchos) quedan en un segundo plano. 
Cuando la verdad se apodera de una película sobra cualquier análisis, solo queda sentarse y emocionarse con ella. 
Sobra decir que tras ver Two Lovers, me encuentro en la mitad que ama a James Gray.

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Two Lovers (2.008)
Dirección: James Gray
Guión: Richard Menello y James Gray
Fotografía: Joaquin Baca-Asay
Dirección Artística: Marc Benacerraf, Peter Zumba
Interpretes: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini