jueves, 11 de junio de 2009

My Blueberry Nights

El cine de Wong Kar Wai es un clásico de los festivales (Cannes, Berlin, Venecia...). Sus películas cuentan con un marchamo de "qualité" que le han convertido en la última década en la punta de lanza de ese florecimiento espectacular que ha sufrido el cine asiatico, que como dijó una vez en una de sus cronicas Antonio Gasset, a veces parece que juega en otra liga.
El cine de Kar Wai es paradigma de todas las virtudes y defectos que posee el cine proveniente de aquellas coordenadas: una cuidado por lo visual extremo, lo cual dota a sus imagenes de una potencia expresiva brutal, un ritmo moroso, que no lento y una búsqueda del lirismo por encima de todo.
Por todo ello, no deja de ser curioso que My Blueberry Nights me parezca la película más redonda (tal vez junto a 2046) que ha dirijido el director chino. Y digo esto porque resulta que My Blueberry Nights es la primera película de producción americana de su carrera y en la que renuncia a sus actores fetiche (Maggie Cheung y Tony Leung) para ceder el protagonismo a un reparto 100% hollywoodiense.
Tal vez, en parte se deba al hecho de que probablemente esta sea la película menos "asíatica" de Wong Kar Wai. El haber realizado la película en Estados Unidos ha provocado que el estilo, por otra parte inconfundible, del director se diluya. Pero es que resulta que ese diluido le sienta estupendamente a la película, porque de alguna manera fuerza a Kar Wai a no ponerse tan espeso y trascendental como suele, lo cual ayuda a construir una película mucho más cercana.


De entrada esta era una película que ofrecía muchas dudas. No solo por ser el experimento "occidental" del director, si no también porque prescindía después de mucho tiempo de su inseparable director de fotografía Cristopher Doyle (artifice del Hero de Yimou o los últimos Van Sant) al cual muchos pensaban que se debía el muy característico y especial aspecto visual de las peliculas del chino.
Afortunadamente, en cuanto arranca todas las dudas se disipan en unos minutos. Primero porque Kar Wai demuestra que aunque el estilismo visual de Doyle sea importante, el artifice principal del hermoso aspecto visual de sus películas es el propio director. Y segundo, porque también desde el primer minuto y a pesar de que esta pelicula se desarrolle en NY y no en HK y no este Tony Leung por ningún lado, esta pelicula es puro WKW y eso incluye hermosos planos cenitales, ralentís y momentos músicales muy, muy bonitos.
También es inconfundible el tremendo romanticismo que destila la pelicula, pero no de un romanticismo facilón, si no uno que destila una elegancia tremenda. Así como esa obsesión que acompaña todas sus peliculas sobre el azar y como la casualidad dicta nuestros destinos.



Y todo ello aderezado con ese lirismo que es la marca de la casa y que sabe utilizar la musica mejor que nadie. Además, la musica de Norah Jones y Ry Cooder tiene la belleza del mejor Galasso (habitual de WKW al que se homenajea en en algunos momentos) pero sin que se utilice de una manera tan machacona y repetitiva como ocurría en In the Mood for Love, por ejemplo.
Lidiando con la historia tenemos a una terna de actores desigual. Norah Jones no pasa del aprobado, mientras que Jud Law y Natalie Portman estan más que aceptables (sobre todo el primero).
Si algún defecto se le puede achacar es que su guión pretende abarcar demasiado introduciendo demasiadas historias paralelas, lo cual resta un poquito de fuerza a la principal de Nora y Jud, que por otra parte, me parece preciosa.
En definitiva, una pelicula muy bonita, que probablemente, a los ultra fans de WKW no les aportará nada nuevo, pero que, sin aportar nada nuevo a su cine, creo que es un paso adelante en depuración de estilo y en contención que desde luego, se agradece.

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My Blueberry Nights (2.007)
Dirección: Wong Kar Wai
Guión:Lawlence Block y Wong Kar Wai
Fotografía: Darius Khondji
Música: Ry Cooder
Interpretes: Norah Jones, Jude Law, Rachel Weisz, Natalie Portman

viernes, 5 de junio de 2009

La Fuente de la Vida

Si hay algo que no provoca La Fuente de la Vida es indiferencia. Habrá gente que la ame (unos pocos) y otros que la detesten (algunos más) pero lo cierto es que desde luego, yo esto lo veo una virtud, y es así porque la única forma de no producir algo indiferente es ir al límite, lanzarse a tumba abierta. Es obvio que Darren Aranofsky puso todo lo que tenía dentro para sacar adelante esta película. Y eso se traduce, en primer lugar, en más de seis años de su vida a través de un periplo que comenzó como un proyecto protagonizado por Brad Pitt y Cate Blanchett de 70 millones de dolares y que acabó en un proyecto de menos de 35 millones que además supuso un fracaso de taquilla de tal envergadura que estuvo a punto de acabar con la carrera de Aranofsky. Y es que, con esta película pasó de ser el "enfant terrible" del cine independiente americano, con exitos "underground" como Pi y Requiem por Un Sueño a ser un proyecto de fracasado (que afortunadamente, ha sabido remontar reinventandose en "The Wrestler"). Sin embargo, no puedo evitar que esta peli me caiga bien, porque normalmente este tipo de batacazos dan grandes películas (La Puerta del Cielo de Cimino o La Delgada Linea Roja de Malik sin ir más lejos).

En primer lugar, aclaremos, a pesar de ese aura filosófica "new age" (bastante básica, por cierto) que la rodea, La Fuente de la Vida se trata de una película de amor. Y cuando el director tiene claro esto, es cuando de una manera más brillante funciona.
La peli trata de la lucha contra la muerte por amor y más alla del tiempo (vaya resumen, ¿eh?). Y lo hace con algunos pasajes increiblemente hermosos, por un lado, por el talento visual de Aranofski, su hermosa fotografía y sobre todo, por una portentosa interpretación de Hugh Jackman (el papel de su vida) y Rachel Weisz.


Cuando la película habla de sentimientos y se dedica a rodar a los protagonistas a la altura de sus ojos, la pelicula funciona a la perfección como una metáfora sobre la pérdida y la inmortalidad. El problema, creo, es que a Aranofski le da miedo lanzarse hasta el fondo en un melodrama y es entonces cuando empieza a complicar las cosas innecesariamente.
Por un lado con una extructura enrevesada con tres tramas en paralelo separadas mil años, una situada en la España de la Conquista y la Inquisición (muy excesiva... pero, que hermosa recreación de la Alhambra), otra en el presente y una última en un improbable futuro lejano.


Creo que esa estructura le resta intensidad al relato y aleja al espectador emocionalmente de los personajes, lo cual es una pena. Además, ese entramado espacio-temporal pretende dotar a la pelicula de filosofía primeriza de la que hablaba y que fuerza algunas escenas que rozan el ridiculo (ese buda flotante... en fin). Una pena, porque lo cierto es que la reflexión sobre la aceptación la muerte que destila la pelicula creo que es hermoso.
En definitiva, una pelicula que te muestra lo mejor y lo peor en apenas minutos, pero desde luego, mucho más interesante y atractiva que la mayoría de peliculas que se estrenan en los cines. Mejor morir de ambición que vivir cubierto de mediocridad. Y es que además, realmente Hugh Jackman esta tan bien que lo demás nada importa.
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The Fountain (2.006)
Guión y Dirección: Darren Aranofsky
Fotografía: Matthew Libatique
Música: Clint Mansell
Interpretes: Hugh Jackman, Rachel Weisz, Ellen Burstyn, Mark Margolis