lunes, 9 de noviembre de 2009

Gran Torino

Es sorprendente como ahora que Clint Eastwood esta rondando los ochenta años se encuentre en, probablemente, su periodo más prolífico como director con once películas en los últimos once años. Este periodo comenzó tras el punto y aparte que supuso la realización de "Los Puentes de Madison" (1995) con la que culminaba probablemente la trilogía que ha marcado su carrera y que se encuentra entre las grandes obras cinematográficas de la última década del siglo XX (junto con "Un Mundo Perfecto" y la imprescindible obra maestra "Sin Perdón").
Tras esas tres películas, de una hondura tremenda, Eastwood se embarco en una vorágine que le ha llevado a dirigir prácticamente una (o incluso dos) películas por año. Eso ha provocado que la calidad media de su cine haya bajado ya que ha enlazado desde películas más o menos rutinarias y convencionales (Ejecución Inminente, Poder Absoluto o El Intercambio) a otras mucho más graves y considerables (Mystic River o Cartas desde Iwo Jima). Eso si, en todo caso, siempre con un sello de calidad mínima garantizada made in Eastwood.
Pues bien, Gran Torino podría considerarse dentro de las del segundo grupo. Realmente, frente a lo que podría parecernos una película "simpática" y tópica de un viejo cascarrabias y de su relación con un adolescente al que le enseña "lo que es la vida", lo que nos encontramos es una película con resonancias y reflexiones que van mucho más allá.



Esas resonancias parten del personaje que se ha reservado para sí mismo Eastwood, Walt Kowalski. Cuando uno observa a este viudo que está de vuelta de todo y que se ha dejado invadir por la apatía y el rencor es inevitable y obvio pensar en toda la galería de "tipos duros" que el propio Eastwood se ha encargado de interpretar en los últimos 40 años. Uraños, antipaticos, poco religiosos, de pocas palabras, hombres meramente de acción. Y uno acaba pensando en como todos esos personajes, desde Harry Callahan (Harry el Sucio) a Bill Munny (Sin Perdón) pasando por el Sargento Highway (El Sargento de Hierro) se ven reflejados de alguna manera en la decrepitud de Kowalski. En el fondo la película trata de ver que ocurriría con todos ellos en una sociedad actual que ya no es la suya y en la que se ven reducidos a ser unos simples inadaptados que no entienden lo que les pasa a su alrededor y en donde, sus viejos métodos, simplemente ya no sirven. No en vano, Eastwood director se encarga de retratar al Eastwood interprete en diversos pasajes de la película desde lo alto mostrándonos a un personaje no ya solo envejecido, si no empequeñecido ante lo que le sucede.
Pero como, a pesar de todo, no deja de ser la sombra de esos héroes, es inevitable que exista la vía de la redención para él. Y en este caso se produce a través del recurso clásico del pupilo que aquí se encarna en un joven adolescente coreano que vive casi tan inadaptado como él en la casa de al lado. Pero, eso si, con un giro de tuerca que hace que ese proceso de aprendizaje sea bidireccional. Porque tanto va a aprender uno como él otro de esa relación que se establece.



Y la gran enseñanza que Kowalski aprende es que, sus maneras ya no sirven. Ahora hace falta algo más para sobrevivir y "hacer justicia". Y por ello se hace necesario un desenlace en el que el personaje de Eastwood se esfuerza en conseguir que la historia no se repita. Como si hubiera entendido que la mejor lección que le puede dar a su pupilo es, simplemente, que no sea como él ha sido. Porqué en esta sociedad globalizada en la que vivimos, la intransigencia y los "viejos valores" ya no sirven y solo se curan con grandes dosis de tolerancia.
En definitiva, una película crepuscular en la que Eastwood parece escribir su testamento fílmico y en donde, más que en ninguna otra, su aparente inexpresividad cobra más significado y sentimiento y cuyo emocionante final se culmina con una no menos emocionante canción cuyos primeros versos se encarga de cantar el propio director con su voz rota.
Viejas nostalgias encerradas en una nueva esperanza.


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Gran Torino (2.008)
Dirección: Clint Eastwood
Guión: Nick Schenk
Fotografía: Tom Stern
Montaje: Joel Cox y Gary Roach
Música: Kyle Eastwood y Michael Stevens
Interpretes: Clint Eastwood, Christopher Carley, Bee Vang, Ahney Her

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