domingo, 7 de febrero de 2010

S21, La maquina roja de matar

No soy muy dado a los documentales y por esta razón creo que es la primera vez que hablo de un documental en uno de mis post. Pues bien, creo que no hay mejor película para inaugurarlo que esta S21.
S21 es el nombre que recibía la principal prisión, centro de tortura y ejecución del régimen Jemer Rojo en la Camboya de los años 1975 al 79. Y precisamente de este edificio es de lo que trata este áspero y duro documental. En él, su director, el camboyano Rithy Panh, realiza una especie de exorcismo personal y nacional (aún hoy éste sigue siendo un tema tabú en Camboya) y trata de ponernos cara a cara con la barbarie, pero al contrario que cualquier documentalista efectista (se me ocurre un Michael Moore, por ejemplo), lo hace sin mostrarnosla en ningún momento.
Tan solo en los dos primeros minutos de la película podemos observar algunas imágenes propagandísticas de archivo que sirven para situarnos históricamente. Después, ya solo nos enfrentará a la realidad de S21 hoy.
Y para ello, Panh nos hace deambular por los pasillos y salas vacíos y gélidos de aquel edificio en el que ya no queda ningún rastro de lo que fue, excepto por las centenares de fotos que envuelven sus paredes. Las fotos de las personas cuyas últimas paredes fueron aquellas.



Y para acompañarnos por ese itinerario, Panh, en un gesto de una audacia descomunal elige por un lado a dos de las pocas decenas de supervivientes de aquel infierno y por otro a algunos de los carceleros que encarcelaron, torturaron y ejecutaron al resto de los compañeros de los primeros.
El director entonces, decide quedarse en un discreto y neutro segundo plano y permite que sean las víctimas, desde sus testimonios los que directamente "entrevisten" a sus verdugos.
Ese enfrentamiento es épico. Frente a la fortaleza moral de la víctima observamos como sus verdugos se deshacen, no son capaces de alzar la mirada y solo pueden argumentar que eran meros "soldados" siguiendo órdenes y que son tan víctimas como los primeros. La recitación de consignas del "partido" por parte de estos últimos, aún 30 años después resultan escalofriantes.
Este proceso lo realiza Panh en dos fases, primero, haciendo que las víctimas describan su calvario apoyados en fotos (terribles) de la época, con la atenta mirada y sepulcral silencio de sus carceleros.


Para a continuación, "obligar" a los propios carceleros a escenificar como eran sus rutinas y sus acciones en la prisión. El carácter fantasmal de sus acciones es desolador cuando observamos a estos carceleros pasear por las hoy vacías salas cuyas paredes fueron testigos de la tragedia.
Y lo que más engrandece la película es que no se erige en juicio sumarísimo, porque aunque parezca mentira, los verdugos también tienen madre, familia e hijos, como el propio cineasta se esfuerza en retratar.
En definitiva, nos encontramos ante una película absolutamente necesaria. Seca, dura, intensa, pero necesaria para que podamos empezar a entender mínimamente la tragedia que allí se produjo. Necesaria para que el olvido no se apodere de ello. Y sobre todo valiente. Primero por poner la cámara a la altura de los ojos tanto de victimas como de verdugos y segundo por dar voz a una tragedia oculta, incluso en su propio país, en el que, en el año de su realización (2003) ni siquiera se habían juzgado a los directores del genocidio (el juicio se produjo en 2008). Su visionado es simplemente indispensable.

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S21, la machine de mort Khmère Rouge (2.003)
Guión y Dirección: Rithy Panh
Fotografía: Prum Mesa y Rithy Panh
Montaje: Isabelle Roudy y Marie Christine Rougerie
Música: Marc Marder
Intervienen: Khieu "Poev" Ches, Yeay Cheu, Nhiem Ein, Houy Him

2 comentarios:

Tatus dijo...

No suelo ver documentales, pero ya me has picado el gusanillo :)

Antonio Moreno dijo...

Pues a mi me parece imperdonable no verla, así que ya estás tardando!!!