sábado, 10 de octubre de 2009

El Luchador

Y a la cuarta película, Darren Aronofsky, resucitó. Ya había dado cuenta en este blog de la anterior película de Aronofsky (La fuente de la Vida), de todas sus virtudes (el lirismo, las aspiraciones de trascendencia, su potencia visual) y todas sus debilidades (la grandilocuencia y la estética en ciertos momentos vacía). Tras tres películas en las que tuvo una acogida crítica de más a menos parecía que Aronofsky estaba en un callejón sin salida. Sus películas se habían convertido cada vez en más complicadas, con estructuras narrativas enrevesadas y con un aspecto visual cada vez más barroco y abigarrado, más excesivo e injustificado. Toda esa evolución culminó con La Fuente de la Vida, hermoso canto a la vida que encierra la frialdad y vacuidad de un tempano de hielo.
La pregunta era obvia. Y después de eso ¿Qué? Era obvio el agotamiento de la formula, que ya ni funcionaba con la crítica más canónica ni con la taquilla. Y sabiamente Aronofsky decidió optar por la mejor opción: reinventarse.
Y a eso es a lo que asistimos en El Luchador, a una reinvención en toda regla. Del Aronofsky de sus anteriores trabajos solo nos queda su facilidad pasmosa por crear momentos líricos de gran belleza.


Y es que El Luchador es la antítesis de sus anteriores películas. Es una película sencilla, con una estética de realismo sucio (que no impide unas imágenes muy estilizadas) y una fotografía quemada que resalta la "fealdad" de los lugares en los que se desarrolla la película.
En esta ocasión y sin que sirva de precedente, la puesta en escena de Aronofsky esta al servicio de la historia y no al revés. Aronofsky decide descender a la altura de los ojos de sus personajes y mirarles de frente. Y además, si el estilo es sencillo es porque la historia lo es. Se trata la historia de un perdedor, de alguien que conoció el éxito y que ahora solo vive en el pasado. Sobre todo porque renunció a todo lo demás por la fama y ahora simplemente, no le queda nada.
Ante nuestros ojos vemos pasar la mediocre y anodina vida de Randy "The Ram" preso de lo que fue, de lo que pudo ser y de lo que ya no es.
Frente a él se presentará la posibilidad de un futuro redentor. La posibilidad de, al final y de una vez por todas, hacer las cosas bien y pasar página. Pero afortunadamente, la historia y el guión se ciñen a la realidad, a la cruda realidad, sin concesiones, sin respiro. Y en esa realidad no hay opción a la redención. Ya es tarde, Randy es un personaje consumido por si mismo. No hay opción para la salvación. Ya no. Es de agradecer ese tono ya que en una historia tan potente como esta hubiera sido muy fácil caer en el melodrama barato (la película bordea de una manera muy elegante ese punto, siendo dramática pero no buscando la lágrima fácil) y en un falso final feliz que nos hiciera a todos irnos a casa con la conciencia tranquila. Pero nada de eso, la película es concisa y cortante. Randy es un muñeco roto y para él ya no hay salida. Solo vive por y para su personaje y ya solo puede hacer lo que la gente espera de él.



Mención a parte merece Mickey Rourke. Uno no tiene claro que fue antes si él o la película. Esta claro que este guión esta escrito para él. Como le ocurre a Randy en la película, Mickey ha encontrado su opción a la redención. Y a esa oportunidad Rourke responde a tumba abierta. En la pelicula se confunden el actor, el mito y el personaje. Se confunden y son uno solo. Pocas veces hemos visto a un actor mostrarse tan vulnerable, tan herido, con las entrañas tan a la vista. Con un ejercicio de minimalismo (probablemente forzado por el botox que magulla toda su cara) que le enaltece y que no impide ofrecer algunos momentos de una pureza dramática absoluta. La lagrima que corre por las mejillas de Randy mientras habla con su hija en un momento de la película es el paradigma de la delicadeza y el compromiso que ha ofrecido Mickey Rourke a esta película que por otra parte es su película, su último combate, su última oportunidad de gritar al mundo que sigue vivo. Y a fe que lo consigue desde el primer minuto hasta el último en una maravillosa escena final en la que le vemos, literalmente, desaparecer volando de la pantalla.

En definitiva, una película muy hermosa, sin concesiones y con un actor en estado de gracia que decide abrirse en canal ante la pantalla. Larga vida al nuevo Aronofsky

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The Wrestler (2.008)
Dirección: Darren Aronofski
Guión: Robert Siegel
Fotografía: Maryse Alberti
Montaje: Andrew Weisblum
Interpretes: Mickey Rourke, Marisa Tomei, Evan Rachel Wood, Mark Margolis

4 comentarios:

Unknown dijo...

Por cierto que se me olvidó por completo comentarlo en el post pero... magnifica Marisa Tomei, la verdad...

Biaksla dijo...

NO la he visto... la recomiendas para un día tonto o hay que estar muy atenta???. :D

Unknown dijo...

Hombre, creo que no hace falta tener la mente al 100% pero tampoco esta bien quedarse dormido :P

Morsa dijo...

Hace bastante que todas las pelis que posteas no las he visto aún... :) Lo cual te agradezco porque recojo todas tus recomendaciones con gusto. :) Lo que pasa es que cuando me leo el post nunca tengo claro si debo seguir o esperar a verla antes...

A esta concretamente, le tengo muchas ganas. Las pelis favoritas al Oscar 2009 que he visto (Slumdog, Button) me parecieron muuuy sobrevaloradas, tengo curiosidad por contrastarlo contra sus competidoras (Milk, Wrestler, Reader). Frost/Nixon me gustó pero no me pareció tan trascendente como esperaba, peli maja pero sin romper la baraja realmente... acaba siendo demasiado americana.

Tienes que ver Beowulf de Cameron... :P